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1HISTORIA QUE CONTAR

2021

Parque de las Vacas

Ayuntamiento de Villaquilambre, León

El proyecto surge de la necesidad de resaltar la figura de la mujer entre los siglos I y V a.C. En tiempos acentuados por batallas y muertes, ellas eran quienes cuidaban la vida. 

 

La historia de la ciudad de León se remonta al año 15 a.C., aproximadamente, cuando una legión del Imperio Romano –la Legio VI Victrix- encontró en León un territorio óptimo para su campamento permanente. Posteriormente, este fue ocupado por la Legio VII Gemina. Por ello a día de hoy nos encontramos en Villaquilambre con una villa romana, más relacionada con la vida y las tareas cotidianas que con el belicismo. Un espacio de descanso y cuidados.

 

Villa romana (en latín villa, plural villæ -"casa de campo, granja"-, vocablo relacionado con vicus -"pueblo, grupo de casas" espacio donde se combinaban funciones residenciales y productivas.

 

Partimos de una sociedad donde el hombre es el único sujeto de pleno derecho. En cambio la mujer estaba carente de todo tipo de derechos políticos y civiles. Pese a esto, encontramos acontecimientos tan extraordinarios como la manifestación en contra de la Lex Oppia. Esta prohibía a las mujeres llevar más de una cantidad de oro (solo  y montar  en carruajes de cierto prestigio. Mujeres romanas tomaron las calles para exigir a los senadores que la ley fuera derogada. El asunto escandalizó tanto a los romanos que fue discutido en el Senado y finalmente la ley fue abolida. Parece una fribolidad, pero es el principio de la lucha feminista en la antiguedad.

 

Desde La onomatopeya del silencio reflexionamos sobre los retos futuros de género y el proceso para lograrla desde la Antigüedad.

 

 

Jaime Alvar Ezquerra, Catedrático de Historia Antigua de la Universidad Carlos III de Madrid, habla sobre el papel de la mujer en la civilización romana y explica “Una sociedad en la que la mujer es vasija, recipiente… sin voz, silenciada.” Esta cita nos conecta directamente con la Teoría de la bolsa de transporte de Ursula K. Le Guin. Efectivamente, nuestro papel era el de contener, como el de las vasijas. Permitíamos alimentar a toda la población; nosotras nos ocupamos de los cuidados, de las necesidades realmente importantes en la historia.

 

“Lo hemos oído, todos hemos oído de los palos y las lanzas y las espadas, las cosas para atizar y para pinchar y para golpear, ...pero todavía no hemos oído de la cosa que sirve para poner cosas dentro, el contenedor para el contenido. Esto es un nuevo relato. Esto es algo nuevo. “

 

Y es que es humano poner algo que quieres, porque es útil, comestible, o hermoso, en un cuenco, o un cesto y luego llevártelo a casa para más tarde sacarlo y comértelo o compartirlo, o guardarlo para el invierno en un contenedor más sólido. Si no tienes dónde ponerla, la comida se te escurrirá, incluso si es algo tan poco combativo y hábil como el trigo, las uvas u olivas. 

 

Muchas mujeres teóricas defienden el cuenco como la primera herramienta, un contenedor para productos recolectados. Si algo se conserva de la Antigua Roma son vasijas y recipientes cerámicos donde guardaban el grano.

 

Efectivamente, al igual que los cuencos fuimos invisibilizadas. Con esta intervención mural queremos, no solo visibilizar a las mujeres de la Antigua Roma, también el trabajo de los cuidados, y la importancia de los cuencos y vasijas. Queremos contar la otra historia, la que cuenta sobre la vida.

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